En los últimos trabajos del fotógrafo checo Josef Koudelka ya no se atisba la imagen del ser humano. Tras haber retratado como nadie la presencia del espíritu humano en medio de paisajes lóbregos, ahora prescinde de la figura del individuo, para centrar su preocupación en un paisaje cambiante, en ocasiones desolado. Para Koudelka, el paisaje es quien necesita ahora de su atención, un paisaje herido e híbrido por determinados conflictos políticos o de guerra. Durante cuatro años el fotógrafo checo ha estado trabajando en Cisjordania, en territorio de Israel y Palestina, retratando el entorno del famoso muro de cemento que separa a estos dos pueblos.
Un muro construido por el gobierno de Israel, realizado en contra de Naciones Unidas, que separa de forma física los territorios de Israel y Palestina. Lo que para unos es un “Muro de Seguridad” para otros es el testimonio vivo de la segregación racial, llegando a denominarlo por organizaciones pro-derechos humanos –como UNICEF o Amnistía Internacional– como el “Muro de la Vergüenza”. Este nuevo muro construido con hormigón, vallas y concertinas, se une a la larga lista de muros que ha construido el ser humano para separar civilizaciones, (como en época del Telón de Acero) creyendo erróneamente que era el mejor método para resolver un conflicto político.
Corrían los años 50 y un joven Josef Koudelka, comenzaba a tener interés por la fotografía comprometida, casi al mismo tiempo que comenzaba su formación como ingeniero aeronáutico. Sus fotografías siempre cerca de la realidad social de su país, toman mayor personalidad en la década de los 60 al ser reconocidas, gracias a sus retratos de los sectores más marginados de la sociedad de Eslovaquia, Rumanía o Praga. Sus primeros trabajos, ya atisbaban el estilo de su fotografía posterior, y el interés por temas como los rituales sociales, culturales, o la propia muerte. Una fotografía humanista y comprometida, que le llevan en 1968 a ser testigo y retratar de una forma única, la invasión soviética de Praga.
A lo largo de su carrera, Koudelka también ha sido elogiado por su capacidad de capturar sentimientos humanos como la desolación, la desesperación o la violencia. En esta ocasión, es el muro construido por el gobierno de Israel en Cisjordania, el que conmueve tanto al artista, que le lleva a embarcarse en un proyecto de cuatro años por la región, para profundizar en las raíces de lo que significa la violencia y el conflicto.
Con motivo de este nuevo proyecto entre Israel y Palestina que emprende el fotógrafo de Magnum, el director de cine israelí Gilad Baram fue acompañando al fotógrafo en toda su experiencia, para crear el documental titulado “Koudelka: Shooting Holy Land”. Una cinta de 72 minutos, que invita al espectador a ser testigo del viaje que el fotógrafo checo realizó por los entornos más fríos de los territorios de Israel y Palestina.
Alcanzando en la actualidad una madurez lucida, que solo tienen aquellos que han puesto su objetivo en los conflictos más importantes de la historia, Josef Koudelka nos ofrece en este documental, un relato conmovedor sobre un paisaje que parece haber sido diseñado para el enfrentamiento. Un relato silencioso y reflexivo, que nos ayuda a profundizar en el proceso de trabajo y en los pensamientos del fotógrafo checo, en el propio terreno del conflicto.
Eduardo Álvarez | Madrid | 6 de Febrero 2020