El trabajo de Héctor Hernández reflexiona sobre esos momentos mágicos de vinculación íntima con el entorno. Para llevar a acabo su práctica artística, considera fundamental el contacto directo y real con el territorio. Así nace el concepto de “Biofilia”, como una palabra que resume toda posible vinculación emocional y afinidad innata que experimentamos cada ser humano, al relacionarnos con el entorno natural. En su trabajo se cuestiona los modos en los que el ser humano se relaciona con la naturaleza, los conceptos construidos sobre el paisaje y que consecuencias tiene, sobre él, una sociedad globalizada y de consumo.
En el proyecto “Biofilia” encontramos una reconciliación con el entorno, un “modus operandi”, de como debemos comunicarnos y observar la naturaleza. Es importante revisar los procesos “antropológicos” con los que el hombre ha ido constituyendo a lo largo de su historia, su peculiar relación, e interpretación de aquello que nos rodea. Desde lo numinoso hasta lo material, eran visto por el hombre primitivo como una serie de acontecimientos en busca de un orden o criterio al que adherirse.
©Héctor Hernández
El proyecto “Biofilia” se basa en la experiencia personal del artista viviendo cuatro días en el Chozo Blanco, una cabaña de pastores a 1800m. de altitud en la cara norte de Gredos, a la cual solo se accede tras una ruta a pie de unas 3 horas. El proyecto se divide en varias secciones;
“La cabaña como puente” se centra en la propia experiencia vital cuestionando los modelos que se nos ofrecen de experiencias estándares y homogéneas, donde nuestras respuestas se automatizan y se neutralizan, donde no necesitamos saber nada ni desarrollar ninguna capacidad perceptiva, donde nos dicen que ocurre, que sentir y como actuar. En la Cabaña, se crean unas coincidencias estéticas, arquitectónicas, emocionales y lingüísticas que se entrelazan solas. Muchos han pasado por la experiencia de vivir en una cabaña, desde pastores, agricultores y leñadores hasta pensadores, escritores y artistas.
© Héctor Hernández
“La presencia de lo infinito” surge como contradicción entre la propia experiencia en el proceso creativo y la experiencia del espectador de la obra.
“Luz silenciosa”, trata sobre la vinculación a nivel mental-emocional con la naturaleza a través de unos pequeños intervalos de tiempo en los que la distancia entre ser humano y paisaje desaparecen.
“Pulso de la Tierra” es la cuarta serie. Consta de una instalación de troncos huecos y quemados con un audio y un video en el fondo, en la que proporcionar un contacto y una experiencia visual, auditiva, táctil y olfativa.
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